Qué es la agravación del riesgo y cuándo sucede
La agravación del riesgo es un concepto fundamental en el ámbito de los seguros, esencial para comprender las obligaciones tanto del asegurado como de la aseguradora. A continuación, desglosaremos en detalle qué implica este término, cuándo puede producirse y las consecuencias de no comunicarlo adecuadamente.
Qué es la agravación del riesgo
La agravación del riesgo se refiere a cualquier cambio en las circunstancias inicialmente declaradas que pueda aumentar la probabilidad de que ocurra un siniestro.
Cuando se contrata una póliza, el asegurado proporciona una serie de datos a la aseguradora, los cuales son utilizados para evaluar el nivel de riesgo y determinar las condiciones del contrato. Si esas condiciones cambian y aumentan el riesgo de manera significativa, se dice que ha habido una agravación del riesgo.
Por ejemplo, en un seguro de hogar, un cambio como la instalación de una chimenea adicional o el almacenamiento de materiales inflamables puede considerarse una agravación del riesgo. En el caso de un seguro de automóvil, la agravación podría surgir si el vehículo es utilizado con mayor frecuencia para actividades profesionales en lugar de uso personal.
Cuándo sucede una agravación del riesgo
La agravación del riesgo puede ocurrir en diversas circunstancias y no siempre es obvia. Algunos ejemplos comunes incluyen:
Modificaciones estructurales o de uso
Cambios en la estructura del inmueble asegurado, como ampliaciones o remodelaciones significativas, pueden aumentar la probabilidad de daños. Asimismo, un cambio en el uso del inmueble, como convertir una vivienda en un local comercial, puede ser considerado una agravación del riesgo.
Cambios en la actividad profesional
Para seguros de salud o de vida, un cambio en la actividad profesional del asegurado que implique mayores riesgos (por ejemplo, pasar de un trabajo de oficina a uno que requiera manejo de maquinaria pesada) también constituye una agravación del riesgo.
Alteraciones en las condiciones de conducción
En seguros de vehículos, la agravación del riesgo puede suceder si el conductor habitual cambia, si se aumenta la frecuencia de uso del vehículo o si se comienza a utilizar en condiciones más exigentes, como carreras o competencias.
Modificación en los hábitos de vida
En el caso de los seguros de vida y accidentes para particulares, un cambio significativo en los hábitos de vida del asegurado, como comenzar a practicar deportes extremos, fumar, o desarrollar una condición médica crónica, puede considerarse una agravación del riesgo.
Qué ocurre si el asegurado no comunica la agravación del riesgo
El asegurado tiene la obligación de informar a la aseguradora sobre cualquier cambio que pueda suponer una agravación del riesgo. El incumplimiento de esta obligación puede tener consecuencias importantes:
Anulación del contrato
Si la aseguradora descubre que ha habido una agravación del riesgo no comunicada, puede proceder a la anulación del contrato. Esto significa que el asegurado podría quedarse sin cobertura en el momento en que más lo necesite.
Modificación de la prima
La aseguradora podría optar por modificar las condiciones del contrato, ajustando la prima para reflejar el nuevo nivel de riesgo. Este ajuste suele implicar un aumento en el coste del seguro.
Rechazo de indemnización
En caso de un siniestro, si se determina que el riesgo había aumentado y no fue comunicado, la aseguradora puede negarse a cubrir los daños, dejando al asegurado responsable de los costes.
Responsabilidad legal
El incumplimiento de la obligación de informar sobre la agravación del riesgo puede llevar a situaciones de responsabilidad legal por parte del asegurado, especialmente si se demuestra que hubo intención de ocultar dicha información.
Cómo y cuándo comunicar la agravación del riesgo
Para evitar las consecuencias negativas de no comunicar una agravación del riesgo, es fundamental seguir estos pasos:
Inmediata comunicación
Tan pronto como ocurra cualquier cambio que pueda suponer una agravación del riesgo, debe ser comunicado a la aseguradora. Esto permite que la compañía evalúe la nueva situación y realice los ajustes necesarios en la póliza.
Documentación clara
Es recomendable proporcionar documentación detallada sobre los cambios, incluyendo informes, fotografías y cualquier otra prueba que pueda ayudar a la aseguradora a evaluar el nuevo riesgo.
Revisión periódica
Es útil realizar revisiones periódicas de las condiciones de la póliza y los riesgos asociados, para asegurarse de que todos los cambios relevantes se hayan comunicado y de que la cobertura sigue siendo adecuada.
La agravación del riesgo es un aspecto vital en la gestión de seguros que requiere una comunicación transparente y oportuna por parte del asegurado. Entender qué constituye una agravación del riesgo y cuándo puede ocurrir es esencial para mantener una relación saludable con la aseguradora y garantizar que la cobertura sea efectiva en todo momento. No comunicar estos cambios puede tener serias repercusiones, desde la anulación del contrato hasta el rechazo de indemnizaciones en caso de siniestro. Por ello, es fundamental estar siempre atento a cualquier variación que pueda afectar el riesgo asegurado y actuar de manera proactiva para informar a la aseguradora de inmediato.